La empatía te hace más popular y la gente te ve como accesible. La agresividad es una decisión que se puede tomar conscientemente. El comportamiento agresivo se ha vuelto cada vez más popular en los últimos tiempos, pero esta tendencia no deja de tener consecuencias. Sin una comprensión del impacto que puede tener la agresión de una persona, es difícil ser empático, cuando incluso se sabe lo que significa empatía.
Parece ser que todos nacemos con una predisposición genética a ser empáticos, pero condicionado a las experiencias que vivimos, al ambiente familiar y la educación que recibimos es de lo que va a depender considerablemente el desarrollo de nuestra empatía.
Es muy difícil estar en un estado de empatía constante cuando hay tanta agresión y negatividad. Puede ser agotador y abrumador. Usted es el único que puede elegir cómo quiere comportarse. Elija ser empático y encontrará coraje y esperanza en su viaje. Elige ser agresivo, te encontrarás viviendo sin miedo, lleno de ira y deseando la destrucción de todo lo que encuentres en tu camino.
Durante muchos años, a las personas se les hizo creer que ser una buena persona significaba que tenían que reprimir su ira. Tuvieron que dejar ir su dolor y sufrimiento como si fuera algo vergonzoso
Las primeras experiencias de pequeños influyen radicalmente en el desarrollo empático.
En la etapa infantil empiezan a aparecer las primeras agresiones verbales y físicas hacia otros niños, es cuando hay que estar atentos a las respuestas que vamos a inculcar o la explicación que vamos a dar a nuestros hijos, es la etapa de siembra de valores.
En la pre adolescencia y adolescencia, es cuando el riesgo de agresión aumenta de forma exponencial; aquí hay pocas semilla que plantar, aqui toca podar, las conductas y reacciones que vemos inapropiadas, lejos de nuestros valores y que acaban afectando a nuestros hijos y el daño que pueden ocasionar ellos a los otros.
Se intenta dar herramientas a los hijos o educar en la empatía, pero de que manera: ¿Desde el discurso o desde el ejemplo? que me decís de los adultos (padres, madres, docentes, etc.) cuyo mensaje viene desde la rabia, la venganza, su justicia, su verdad absoluta, de pensamientos altivos, etc.
Damos respuestas desde nuestras heridas personales, o de nuestro estrés o ansiedad que acaba encendiendo más un conflicto con los hijos.
Invito a reflexionar si ante conflictos infantiles o adolescentes propios de esas edades y que sirven para desarrollar sus habilidades de resolución de conflictos, nosotros tomamos el camino de nuestro dolor personal.
La idea es no sumarnos a sus caos. Yo me lo recuerdo día a día cuando doy una respuesta a mis hijos adolescentes desde el estómago y no desde la pausa.
Una educación emocional familiar, empezando por alfabetizarnos en vocabulario emocional y una pausa de segundos antes de dar una respuesta rápida a cualquier conflicto ayudaría a que los adultos tomemos distancia y les ayudemos a gestionar con empatía.
Respetar lo que ellos sienten y no lo que nosotros queremos que sientan, suena difícil, ya que confundimos permisividad con no saber poner normas y límites con amor. Ojo: normas y límites de acuerdo a vuestros valores.
Elige tu forma de comunicación
Comuníquese de la manera que mejor le convenga; ya sea agresivo o empático. Tu elección determinará cómo te perciben las personas.
Ser empático y agresivo, es una decisión que tomas, es algo que tú escoges como comportarte como adulto ¿Y tú proyectas tus heridas y frustraciones a la hora de comunicarte con tus hijos, eres consciente? www.ceciliaclemente.com