En la celebración de los 50 años de matrimonio de mis padres, les preguntaron ¿50 años de amor o de aguantar? y mi padre respondió: “las dos cosas” pues sí, hay muchas cosas que han de pasar por el filtro de la tolerancia, paciencia y aceptación de las diferencias.
Mi padre es un gran abogado muy practico y resolutivo al que admiro; desde pequeña le escuché decir que el matrimonio es una sociedad empresarial de dos socios, los cuales han de trabajar y aportar al 50% cada uno, para que no se descompense la empresa y se entre en litigios. Han de tener reuniones continuas para resolver, proponer e innovar situaciones familiares.
Me decía que cuando un socio cae, el otro no puede hacer leña del árbol caído, hay un compromiso de ayudar a levantarlo por el bien de la empresa, sino el otro socio también termina cayendo. Me decía que si los socios no funcionan en igual de condiciones para que la empresa sea próspera era mejor firmar la bancarrota y buscar otro socio o montar un negocio solo, que dé estabilidad y tranquilidad.
Entre la práctica y la teoría encontré el punto común del discurso de mi padre y los abordajes más actuales de pareja, que plantean fases evolutivas las cuales hemos de pasar, para llegar a buen fin, estas fases son:
La simbiosis: “somos uno”
La diferenciación: ” somos diferentes”
La exploración: “me gusta mi independencia”
La reconexión: “acerdándome – alejándome”
La sinergía: “uno más uno es más que dos”
La gran mayoría de parejas suelen dejarlo en la tercera etapa, cuando no se enrriquecen de las diferencias, sino, solo encuentran quejas y críticas en ambos sentidos.
Se ha de tener en cuenta que muchas veces acabamos repitiendo patrones de nuestros padres, ya que es lo más cercano que hemos visto, pero es necesario extender la mirada en nuestra relación y verla como la oportunidad de conocer una alma con quien compartir nuestro viaje en el que podemos trascender nuestro egoísmo y decidimos evolucionar juntos sin dependencia, con una conexión profunda y sintiendo que somos libres estando juntos.
Una pareja feliz sería aquellas personas que se admiran, valoran y agradecen estar juntos, aquellos que dedican su tiempo a amarse a sí mismos y que solo de esta manera son capaces de amar al otro.
Amarse a uno mismo es la base para cocrear algo nuevo, pienso que se trata de mostrar tu singularidad, somos únicos. Hemos de vivir en nuestras propias condiciones, como una planta que necesita diferentes tipos de riego y luz, pero que al mismo tiempo puede cohabitar con otra planta diferente.
En la última asamblea familiar de mi hogar, basandome en un cuento que leí, le dijimos a nuestros hijos que a veces el hogar puede ser como un bosque que empieza a arder y que con un padre ciego y una madre sin piernas (mi marido y yo con nuestras carencias) haciendo equipo nos podíamos salvar, ya que si yo subía a los hombros de papá, guiaba el camino, pero él con sus piernas fuertes nos sacaba del bosque.
En conclusisón, que las grandes diferencias pueden enrriquecer la pareja.