Acaba de terminar el curso escolar y muchos padres se disponen a llenar el día den sus hijos con repasos exhaustivos para prepararlos para siguiente curso; con la mejor intención y con todo el amor (Yo he sido la típica que ha comparado libros de repaso) pero con el tiempo y con tantas sesiones con los chicos y chicas sé de buena tinta que es una tortura!
A los perfeccionistas no les gustan los errores, pero bien sabido es que de ellos e aprenden como cita Ken Robinson: “Penalizar el error mientras se educa es sencillamente una paradoja, porque es a partir del error de donde podemos sacar las mejores enseñanzas”.
Dejemos que nuestros hijos descansen, que desconecten y reconecten con ellos mismos, averigua si les atrae algo, ayúdales a encontrar su pasión, incluye días sin hacer nada, sin planes… que surja la creatividad; solo siendo creativos dejaremos de ser conformistas.
Te propongo que cuando haya un periodo de vacaciones practiques este poema de Dorothy Law Nolte
Si los niños viven con reproches, aprenden a condenar.
Si los niños viven con hostilidad, aprenden a ser agresivos.
Si los niños viven con miedo, aprenden a ser aprensivos.
Si los niños viven con lástima, aprenden a auto-compadecerse.
Si los niños viven con ridículo, aprenden a ser tímidos.
Si los niños viven con celos, aprenden a sentir envidia.
Si los niños viven con vergüenza, aprenden a sentirse culpables.
Si los niños viven con ánimo, aprenden a confiar en sí mismos.
Si los niños viven con tolerancia, aprenden a ser pacientes.
Si los niños viven con elogios, aprenden a apreciar a los demás.
Si los niños viven con aceptación, aprenden a amar.
Si los niños viven con aprobación, aprenden a valorarse.
Si los niños viven con reconocimiento, aprenden que es bueno tener una meta.
Si los niños viven con solidaridad, aprenden a ser generosos.
Si los niños viven con honestidad, aprenden qué es la verdad.
Si los niños viven con ecuanimidad, aprenden qué es la justicia.
Si los niños viven con amabilidad y consideración, aprenden a respetar a los demás.
Si los niños viven con seguridad, aprenden a tener fe en sí mismos y en los demás.
Si los niños viven con afecto, aprenden que el mundo es un maravilloso lugar donde vivir.