Muchas veces confundimos aceptación con resignación, pues hay gran diferencia:
Resignarte: es una conducta de inactividad, el pensar y sentir que no se puede hacer nada para resolver una situación que se nos presenta, es rendirte sin valorar ninguna otra opción.
Aceptar: es reconocer las situaciones no agradables de nuestra realidad que no las podemos modificar y que se nos presentan como aprendizaje de aprender o asumir, de tal manera que puedes desarrollar una gran tolerancia a los fracasos o decepciones.
Muchas veces pensamos que estamos conformándonos o acatando algo que no queremos, pero realmente en una DECISION de admitir afrontar una situación que no está en tus manos y que hay que soltarla para poder fluir con las cosas que vienen a continuación.
En el momento que aceptas y sueltas, estás rompiendo las cadenas de estancamiento y te abres a otras posibilidades.
Para alcanzar la sabia aceptación es necesario permanecer en contacto con nuestra experiencia emocional interna, transitar por lo que estamos sintiendo sin luchar, huir, escapar o tomar atajos.Es importante tomara la decisión de conectar con nuestras experiencias dolorosas para comprenderlas, mimarlas y paso a paso poder gestionarlas.
Hemos de ser conscientes que cuando estamos sintiendo dolor, miedo, angustia o ansiedad es parte de nuestra vulnerabilidad y admitir estas emociones y no negarlas ni esconderlas es un paso para saber gestionarlas, de lo contrario cuando ponemos resistencia controlan nuestra vida.
Contar con nuestras debidilidades y vulnerabidlidades como parte de nuestras vidas nos hará más fuertes, ya que desarrollamos una gran tolerancia y autocompasión a nosotros mismos.
El psicólogo Walter Riso (1951) apunta que NO se nos enseña a perder, aprendemos que sólo con el éxito podremos alcanzar la felicidad. Cree que aceptar la derrota es un indicador de inteligencia, así como aceptar lo que escapa a nuestro control es señal de sabiduría.
«dirigir la propia vida en lo que depende de uno (sentido, felicidad, autorrealización) y aceptarla tal cual es cuando no depende de uno (enfermedades, muerte, separación), intentando disminuir la cantidad de dolor que de por sí implica el mero hecho de estar vivo».
Walter Riso