Educar las emociones es un trabajo constante en casa. Hablar con nuestros hijos de nuestras emociones es muy pedagógico, desde nuestras experiencias podemos transmitir nuestras emociones y ello pueden entender mucho mejor la diferencia entre una y otra.
Además de explicarles las diferentes emociones y ayudarles a poner nombre, es necesario transmitir y que entiendan que es sano sentir todas las emociones; tanto las agradables y desagradables.
Explicarles que las emociones no se pueden dividir en positiva y negativas, todas son necesarias, pero unas son adaptativas o agradables o desadaptativas o desagradables.
Pero sobre todo enseñar a nuestros hijos con el ejemplo como sostenemos las diferentes emociones que se presentan en nuestro día a día y respetar nuestros diferentes sentimientos y emociones.
Comunicarte con ellos y ser claro en los momentos necesarios es clave para conseguir que desarrollen la competencia de comprensión de las emociones de ellos mismos y de los otros.
Validar las emociones de nuestros hijos es importante, pero también es importante que podamos transmitir con claridad que a las emociones hay que educarlas para que no tomen nuestro control.
Enseñarles que estar enfadados, tristes, frustrados, tener miedo, etc., no se puede evitar, ¡son emociones validas y todos las sentimos!, pero si podemos hacer cosas para invitar a que esas emociones no permanezcan mucho tiempo y se instalen dentro de nosotros.
Muchas veces, simbolizando que se van con gestos, materializándolas mediante arte, podemos invitarlas a marchar y con muchas posibilidades de invitar a las emociones agradables a que vengan…